Octavio Pico: el pueblo donde todo se llama Fernández y convergen cuatro provincias

En el corazón de la Patagonia, Octavio Pico, un pequeño pueblo con apenas 300 habitantes, guarda una historia única en la Argentina: es el único lugar del país donde convergen cuatro provincias —Neuquén, La Pampa, Mendoza y Río Negro—. Esta particularidad geográfica, sumada a su pasado familiar y un futuro prometedor ligado a Vaca Muerta, convierte a este rincón en una auténtica joya por descubrir.

Todo comenzó en 1933, cuando José Fernández, un rabdomante español, y su esposa Aurora Cerna, de origen ranquelino, se establecieron en tierras inhóspitas tras recorrer kilómetros de soledad y subsistencia. Fernández, conocido por excavar jagüeles —pozos para hallar agua—, no solo echó raíces en el lugar, sino que también dejó una huella imborrable: gran parte del pueblo lleva el apellido Fernández en honor a su linaje.

Aunque Octavio Pico fue fundado oficialmente en 1973 por el gobernador Felipe Sapag, su historia comenzó décadas antes. Su nombre homenajea al agrimensor Octavio Pico, quien determinó los límites exactos donde convergen las cuatro provincias y dejó un monolito que marca el «cuatripunto», un fenómeno geográfico que coloca al pueblo entre los pocos lugares en el mundo con esta peculiaridad.

Un futuro conectado y lleno de oportunidades

A más de 1.000 kilómetros de Buenos Aires, el futuro de Octavio Pico está en plena transformación. Su estratégica ubicación sobre la Ruta 6 —conocida como la “ruta de la energía”— y su cercanía a Vaca Muerta, lo proyectan como un punto clave de desarrollo.

En junio de 2024, bajo la gestión de Rolando Figueroa, se implementaron mejoras significativas en la conectividad digital del pueblo. El trabajo del Ministerio de Salud y la Oficina Provincial de Tecnologías de la Información y la Comunicación (Optic) incluyó la instalación de wifi en el centro de salud, permitiendo a los dos enfermeros del puesto sanitario comunicarse directamente con el hospital regional. Además, se realizó la poda preventiva de árboles que obstruían la señal digital, garantizando un acceso más estable.

Octavio Pico, donde “todo se llama Fernández”, no es solo un punto en el mapa. Es un lugar de historias familiares, recursos naturales y avances tecnológicos que miran hacia el futuro con la misma tenacidad que tuvo su fundador.

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