Aniversario Silencioso: La Conservación en Chañy y Batea Mahuida.

Chañy y Batea Mahuida celebran su aniversario de una manera singular, destacándose por su enfoque en la conservación y el respeto hacia el entorno natural. Ubicadas en el oeste neuquino, estas áreas han aprendido a celebrar sin ruido, permitiendo que el paisaje y la naturaleza sigan vivos. En Chañy, el bosque andino patagónico y su fauna asociada son custodiados cuidadosamente, mientras que en Batea Mahuida se preservan los ambientes altoandinos, hogar de especies como la ranita patagónica y la ranita palmada neuquina.

El esfuerzo de conservación en estas áreas no solo es un recordatorio del pasado, sino también una promesa de futuro. La educación ambiental, los monitoreos constantes y la atención a las amenazas son parte del compromiso de los guardaparques, quienes validan su labor con cada aniversario. Al proteger estos espacios, se garantiza que las generaciones futuras puedan disfrutar de la misma riqueza natural que hoy se atesora, reforzando la presencia en el territorio y cuidando de sus valiosos ecosistemas.

La relación entre el territorio y sus cuidadores ha evolucionado con el tiempo. Inicialmente intimidante, el vasto paisaje ahora reconoce a quienes lo protegen, y estos, a su vez, han aprendido a interpretar sus señales. Este entendimiento ha facilitado una gestión más efectiva, desde la educación ambiental hasta la toma de decisiones cruciales para la conservación. La conexión con el entorno se refleja en la manera en que los guardaparques interactúan con el territorio, asegurando que su trabajo refleje el pulso del bosque.

En Chañy y Batea Mahuida, el pehuén, o Araucaria araucana, simboliza la vida y la continuidad. Este árbol ancestral es un pilar cultural y natural, alrededor del cual se organiza el ecosistema. La flora y fauna, desde el monito de monte hasta el pato de anteojos, son parte de un inventario vivo que los guardaparques se esfuerzan por proteger. Las amenazas, como el impacto de vehículos todo terreno o la presencia de especies invasoras como el visón, son desafíos constantes que requieren vigilancia y acción diaria para preservar el equilibrio ecológico.

La gestión de estas áreas no solo consiste en la custodia de la biodiversidad, sino también en la integración de los usos tradicionales de la comunidad local, particularmente la Comunidad Mapuche Puel. La convivencia de prácticas ancestrales con objetivos de conservación demanda un delicado equilibrio y respeto mutuo. Estas áreas no solo protegen la biodiversidad, sino que también regulan el agua, el clima y previenen la erosión, siendo vitales para el bienestar regional. Así, el aniversario de Chañy y Batea Mahuida se celebra en silencio, con una mirada hacia el futuro, reafirmando la importancia de la conservación como un esfuerzo colectivo.

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