El Gobierno oficializó el cierre definitivo de Ciccone Calcográfica, la histórica planta de fabricación de billetes estatizada en 2012 bajo el kirchnerismo y que luego se convirtió en símbolo de escándalos de corrupción. Esta decisión deja en la incertidumbre a 270 empleados, quienes han sido «dispensados» mientras se definen los pasos a seguir.
El ministro de Economía, Luis Caputo, comunicó la medida a través de un mensaje en redes sociales, señalando que ya se inició el retiro de maquinaria y la notificación al personal. Según Caputo, el cierre de la planta, ubicada en Don Torcuato, implicará un ahorro anual de $5.040 millones para los argentinos, dado que el Estado ya no imprimirá billetes y se tercerizará esta tarea a proveedores internacionales.
La decisión también incluye la subasta del inmueble por parte de la Agencia de Administración de Bienes del Estado, que dispone de una bóveda utilizada por el Banco Central para almacenar billetes próximos a ser destruidos. Mientras tanto, las máquinas dedicadas a la fabricación de pasaportes y chapas patentes serán redistribuidas.
Por su parte, el vocero presidencial Manuel Adorni calificó a Ciccone como un «emblema de la corrupción kirchnerista». Recordó que la expropiación de la empresa estuvo vinculada al caso judicial que condenó al exvicepresidente Amado Boudou por la compra de la compañía mediante testaferros, en uno de los episodios más polémicos de su gestión.
La planta ya había dejado de operar desde el 31 de octubre, cuando el Banco Central rescindió el contrato vigente. Según el Gobierno, los costos de producción eran insostenibles y el cierre es parte de una estrategia para optimizar los recursos estatales.