Toti, un chimpancé de 32 años, vivió su vida entera en cautiverio. Fue separado de su madre poco después de su nacimiento y trasladado a Florencio Varela. En 2008, fue trasladado al zoológico de Córdoba y, desde 2013, reside en el zoológico privado Bubalcó, cerca de Allen, en Río Negro.
A lo largo de casi una década, varias organizaciones de protección animal instaron a la justicia a trasladar a Toti a un santuario de chimpancés, buscando mejorar su calidad de vida al permitirle vivir en comunidad con otros de su especie, similar a lo que se hizo con Sandra, una orangutana. La situación de Toti ganó reconocimiento internacional.
La historia ganó una relevancia pública aún mayor debido a una petición lanzada en la plataforma Change.org, que recopiló más de 200 mil firmas. La difusión de la misma fue tan amplia que resultó en una orden judicial que obliga a mejorar las condiciones de vida de Toti, aunque aún no se aplicó.
La abogada y activista por los derechos animales, Julia Busqueta, explicó por qué se dilató el proceso de liberación de Toti: «Tiene que ver con dos cuestiones: la primera tiene que ver con que Bubalcó recurrió a todas las instancias de apelación, incluso en el Tribunal Superior de Justicia, donde se lo declaró inadmisible, y fueron por queja a la Corte Suprema de Justicia de la nación. Por otro lado, la creación de una comisión experta, donde ya se designó al Instituto Jane Goodall y otra fundación para que trabajen en los puntos que establece la sentencia».