La casa de Gran Hermano fue testigo de una reconciliación tan inesperada como necesaria. Después de días de tensión y conflictos que alcanzaron su punto álgido con duras palabras e insultos, Agostina y Furia decidieron poner fin a su lucha.
En una sincera conversación bajo el manto de la noche, Agostina extendió la rama de olivo hacia Furia, asegurando un compromiso de no agresión y respeto mutuo. Este cambio de actitud no solo alivia la atmósfera cargada de la casa, sino que también plantea nuevos escenarios de juego, justo antes de una importante noche de nominación.
¿Influirá esta paz recién encontrada en las decisiones de Agostina como líder de la casa?